Mercaderes de colores
Es sabido que si no hay luz no existe la vida, por tanto el color deja de estar presente y pasa a ser la nada elevada al infinito. Pero la nada es la vida, la materia donde nace la luz, un espacio eterno donde confluye la verdad. La luz define al color , lo modela y lo esculpe , e insufla aire al hombre, le da vida por un ir y venir por las estrechas calles del tiempo.
Jesús Botaro nos enseña a través de su particular visión la verdadera dimensión del ser. El color en el retrato no es casual, es buscado con la intencionalidad de hallar más allá que un simple efecto visual, nos adentra en el alma del prójimo. Si observamos detenidamente su obra “ Mercaderes de colores” todo está en perfecta armonía con la vida. Hay dolor, sufrimiento, pero también alegría, esperanza, amor que duele por amar sin pedir nada a cambio, pues no es lo que a simple vista parece sino lo que detrás hay en cada una de sus fotografías. No oculta nada, enseña de que sustancia está hecha el hombre, y esa sustancia no es otra que el alma, la luz que define al hombre al nacer en una calle llamada vida.